Nuevas acciones civiles a favor del patrimonio cultural
de la Roma
Por: José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
Ars longa, vita brevis.
(El arte es generoso, la vida breve.)
Séneca, De Brevitate Vitae 1,1)
En torno al llamado “Corredor Cultural Roma-Condesa” más de treinta y cinco establecimientos, entre galerías de arte, espacios alternativos y restaurantes, harán confluir, la noche de este primero de diciembre, sus propuestas culturales y gastronómicas en un ejercicio convocante, que demostrará, una vez más, el poder vinculante de la cultura.
La emblemática avenida de la Roma, Álvaro Obregón, será reconocida una vez más como eje rector de la oferta cultural de las emblemáticas colonias, que, desde su origen se han visto vinculadas al quehacer cultural de la República.
Sería mezquino no recordar la importancia de esta arteria como escenario de las más disímbolas e impactantes apuestas culturales del último decenio del pasado siglo, cuya incidencia fructificó en acciones de difusión y defensa del patrimonio arquitectónico y urbano de esta zona de la ciudad.
Sin género de dudas, la primera “acción civil en defensa de la arquitectura de nuestra ciudad” corresponde a la iniciativa del pintor y galerista, Aldo Flores, fundador del Salón des Aztecas, que en marzo de 1990, junto con un centenar de artistas plásticos, efectuaron la Toma del Balmori, interviniendo con su audaz apuesta pictórica este singular edificio abandonado desde 1985 a causa de los daños sufridos durante los sismos de septiembre.
Esta sacudida a la conciencia urbana, generó en correspondencia, una serie de acciones que demostraron el poder de la acción cultural como regeneradora de la ciudad, en este proceso integrador se lograron rehabilitaciones como la del propio Edificio Balmori, la Casa Lamm y otros inmuebles que fueron ocupados por centros culturales, educativos, librerías y galerías de arte.
Gracias a esa dinámica de integración cultural, cristalizada en la creación del “Primer Corredor Cultural” de la Roma en 1994, los vecinos, organizados en torno al Movimiento Pro Dignificación de la Colonia Roma, pudieron cohesionar su movimiento social al de esta acción cultural, cuyos esfuerzos conjuntos lograron, tras un año de “resistencia cultural” en los camellones de Álvaro Obregón, que la Policía Judicial del D.F. abandonara su sede, ubicada en el 121 de dicha avenida, recuperando con ello una atmósfera más propicia para la vida cultural de la Roma.
Así mismo, este colectivo vecinal-empresarial impidió, a través de expresiones artístico-culturales, que el infame delegado Jesús Dávila Narro, transformara a la Roma en una nueva “Zona Rosa” y a la Avenida Álvaro Obregón en un corredor de “table dances”, como era su perversa intención.
Años más tarde, en 2002, este movimiento social conmemoró el centenario de la fundación de la Roma y de la Condesa, a través de un intenso programa de actividades culturales tendientes a incidir en los procesos de rescate y puesta en valor de su patrimonio arquitectónico, objetivo que aún siguen persiguiendo con firmeza y voluntad, a pesar de actitudes omisas, y a veces hostiles de funcionarios venales.
Por ello resulta imperativo que en torno a una edición más del “Corredor Cultural” se recuerde al Instituto Nacional de las Bellas Artes, su compromiso para emitir la declaratoria de zona patrimonial, y a las autoridades capitalinas y delegacionales a que asuman su obligación moral y legal a favor de proteger el patrimonio arquitectónico e inmaterial, conformado por las edificaciones y la vida cultural que en ellas se desarrolla, cuya generosidad –parafraseando a Séneca- permanecerá, a pesar de la brevedad de los puestos político-administrativos que, en función de inconfesables intereses, tratan de destruirla e ignorarla.
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