jueves, 26 de mayo de 2011

Leonora...

Por la Calle de Chihuahua, por delante de su puerta,  pasa el cortejo doliente. Triste amanecer para la Colonia Roma...  Ha muerto la vecina entrañable, partió Leonora.

martes, 10 de mayo de 2011

Subsisten cines de época... en ruinas



Las Viejas Salas de Cine del Distrito Federal
por Salvador De Maria y Campos Q.

Con motivo de los cines de época del Distrito Federal que están abandonados y en estado ruinoso, REFORMA me entrevistó el pasado mayo 7; querían conocer mi opinión como ciudadano preocupado por la preservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad.

El periodista, Alberto Acosta y yo tuvimos una larga charla telefónica, por la mañana del sábado previo a su publicación. Yo contestaba a las preguntas de Alberto entre sorbo y sorbo de mi jugo de naranja, sentado en el sillón de mi sala, recibiendo el fresco que entraba por el enorme ventanal de mi apartamento que día a día abre paso a la frondosa jacaranda que se alza desde el Parque México hasta mi balcón.

Repasábamos las salas de cine que han sido demolidas para dar paso a impersonales e informes desarrollos arquitectónicos y que de paso, han dejado un oscuro hueco en el catálogo de arquitectura civil de nuestra ciudad y en el quehacer de la cultura, del arte y del entretenimiento : El imponente Cine Roble del Paseo de la Reforma; el cine Balmori, elegantísima sala adyacente al Edificio Balmori en la esquina de Álvaro Obregón (entonces Ave. Jalisco) y Orizaba de estupenda factura arquitectónica firmada por el Arq. Ignacio Capetillo y Servín desarrollada en el año 1922; el confortable, asequible y familiar Cine Gloria de la calle de Campeche en la Colonia Roma Sur, el Cine Encanto –obra del Arq. Francisco Serrano-, El Alameda, El Arcadia, El Regis, El Royal, El Morelia, El Estadio…. y muchos más entre otros tantos que hoy sólo viven en la memoria de quienes acudían a sus salas.

En términos de la preservación del patrimonio sugerí que se revisaran los catálogos de inmuebles con valor artístico a cargo de la Dirección de Arquitectura y Preservación del Patrimonio Inmueble del I.N.B.A.L. así como los de la Dirección de Sitios Patrimoniales de la SEDUVI con la finalidad de que se cerciorase de que las salas de cine, con arquitectura relevante que perviven en nuestra ciudad, gozaran de la mínima protección jurídica a que hoy por hoy puede acceder un inmueble catalogado. Pero adicionalmente sugerí que la A. L. D. F. votara una partida para la recuperación de inmuebles con vocación de difusión de la cultura y entretenimiento. Y es esta última sugerencia la que me lleva a la reflexión mucho más profunda.

En una ciudad como la nuestra, la lucha por el espacio es descarnada : no sólo la que se libra por el espacio privado que pone una gran presión sobre el suelo elevando considerablemente los precios de la vivienda, sino también por el espacio público. Las salas de cine son ciertamente espacios privados pero con vocación pública; es decir, dedicados al entretenimiento público.

La visión de la industria cinematográfica y su estrategia de mercadeo ha cambiado sensiblemente en las últimas dos décadas. Muy lejos están los tiempos en que, cuando yo era adolescente, esperaba ansioso a que aquellos títulos se acercaran a la sala del Cine Ariel de la Avenida Ejército Nacional en Polanco o a la Sala del Cine “Mode” o a la del “Kubrik”, -en Tecamachalco- que eran las que me pillaban cerca de casa- y a donde mis padres me dejaban ir caminando. Todas ellas eran grandes salas, antes de haber desaparecido o de haber sido seccionadas en una multiplicidad de salas de menor tamaño que, en un mismo complejo cinematográfico ofrecen hoy día una multiplicidad de títulos simultáneamente. Además, la permanencia voluntaria es  hoy, cosa del pasado.

Pero más allá de este ejercicio de memorabilia, el tema de la recuperación de los espacios cinematográficos y de difusión de la cultura, se vuelve un asunto de cohesión social y de seguridad ciudadana.

Los espacios que la ciudad pierde o abandona son indefectiblemente ocupados por alguien más. No sólo me refiero a la ocupación física que es la más inmediata, formal y evidente, es decir el que un inmueble abandonado se convierta en un foco de pandillerismo o –en el mejor de los casos- depósito de basura; sino sobre todo a la ocupación del espacio social. Cualquier espacio cultural que se pierde en la ciudad, -al igual que en el terreno físico- cede su plaza en el acontecer social a la violencia, al pandillerismo y al vandalismo.

Cada vez que desaparece una biblioteca, un teatro, un museo, un jardín, un espacio deportivo o una sala de cine; se abandona la suerte de los ciudadanos y particularmente la de los jóvenes : se lanza una moneda al aire y se le da la espalda sin importar si será cara o cruz.

Es por ello que la preservación de los espacios de difusión de la cultura son un asunto social y de seguridad. La ciudad no puede darse el lujo de perder estos espacios o de abandonar el quehacer de la cultura y del entretenimiento a la suerte de los ciudadanos. La cultura es una de las herramientas más baratas y eficaces para combatir  y desterrar la violencia : Si ofrecemos a un joven la posibilidad de empuñar el arco de un violín, le disuadiremos de empuñar una pistola; si ofrecemos la posibilidad de leer un buen libro, alejaremos el video juego que incita a la violencia, si ofrecemos una buena  película, avivaremos la fantasía de la posibilidad de una sociedad mejor.

La cultura y su difusión no son un asunto de exquisitez o de elite; son más bien un asunto popular y de ejercicio democrático. Las dinámicas sociales que se dan en los espacios públicos fortalecen a las sociedades y manifiestan de forma vigorosa su cultura. En días como los que hoy vivimos, es imprescindible que la autoridad invierta en programas de cultura y en la preservación de los espacios culturales.

En la ciudad hay buenos ejemplos de salas de cine que han sido recuperadas como espacios culturales : en la Colonia Condesa, está el antiguo Cine Bella Época que hoy ocupa la Librería Rosario Castellanos del F.C.E. o en el propio Teatro Metropólitan, obra original de los arquitectos I. Capetillo y Servín y Federico Mariscal que pasó de ser sala de cine a polifacética sala de espectáculos.

Hoy día, el Ópera, el Cosmos y  el Teresa, son tres salas de cine que agonizan en el abandono y el olvido. Su recuperación y su revitalización son asunto clave en materia de preservación arquitectónica; pero sobre todo, en materia de restauración del desgarrado tejido social de nuestra ciudad.

A continuación la liga a la nota de Reforma.
Subsisten cines de época... en ruinas

miércoles, 4 de mayo de 2011

Palacio de Bellas Artes

La Mtra. en Arq. Olga Orive, Directora del Capítulo mexicano de ICOMOS, explica de manera profunda y detallada los trabajos de remodelación que se llevaron a cabo en la máxima Sala de Ópera del País, que han sucitado polémicas discusiones en torno a la conservación del patrimonio arquitectónico y artístico del Palacio de Bellas Artes.
Les invitamos a ver las fotografías e imágenes de los trabajos llevados a cabo tanto en la sala como en el proscenio del Palacio así como a escuchar a la Mtra. Orive.
Dar Click en los enlaces abajo para acceder a los vídeos de las entrevistas.

Olga Orive, Palacio de Bellas Artes, parte 1/3

Olga Orive, Palacio de Bellas Artes 2/3

Olva Orive, Palacio de Bellas Artes, parte 3/3