lunes, 12 de diciembre de 2011

De Temblores y Algo Más...

Diarios Telúricos.
por Salvador De Maria y Campos Q.

Qué engorrosos son los temblores. Todo se pone “patas p’arriba” : seguro se cae algún transformador de esos que hacen malabares asidos a un poste de luz y que amasijan alambres como pelos de Medusa; se saturan las líneas telefónicas  (si acaso se lograra comunicación para preguntar por algún familiar, amigo o vecino que vive en una de las zonas de “alta sismicidad” seguro se cruzará la línea y se escuchará : “Oye, ¿cómo están todos por allá, por el Defectuoso? aquí se sintió re-gacho; si luego-luego pensamos en  ustedes…”); ahora también se caen las conexiones a las redes de Internet; no se escucha la radio (como tampoco se escuchó la tan cacareada “alerta sísmica” cuando el temblor estaba por llegar).  Todo se queda en penumbra, en un letargo que poco a poco va consumiendo la adrenalina y la exitación y sumiéndonos en la indefectible reflexión acerca de la fragilidad de la existencia y de lo efímero de la vida. Algunos hacen cuentas vertiginosas en la cabeza y sopesan la idea de mudarse a otro barrio más seguro, a un edificio menos alto quizá a una casa  o de plano, abandonar esta ciudad predestinada.

Pero, si se los mira con optimismo, los temblores tienen también su parte divertida sobre todo, si se vive en un edificio en la zona céntrica de la ciudad, en el lecho de lo que fuera el viejo lago de la gran Tenochtitlan.  Una a una se oyen azotar las puertas de los apartamentos y los pasos de los vecinos que se apresuran por la escalera : hay pisadas estridentes de chanclas y pantuflas; otras de tacones histéricos; algunas zancadas de botas vaqueras que bajan los peldaños de dos en dos y desde luego arañitos de garras de perros que acompañan a sus amos moviendo la cola pensando que les llevan a un inusitado paseo al que se suman desde ya todos los demás perros que viven en el edificio. En el rellano lo mismo te topas con un improvisado turbante hecho de toalla húmeda que con un sugestivo camisón o unos pantalones de pijama con tremendos lamparones.

Un temblor también hace héroes de ocasión : La vecina aprovecha la confusión y la desbandada, te toma del brazo, te acaricia y te estruja el bícep como midiendo tu fuerza  y a ratos –fingiendo que es causa de la oscilación de la tierra- pega su cabeza en tu hombro,  pertrechándose tras de su desbordado pánico que manifiesta con una risilla nerviosa y a la vez traviesa. Y no te suelta sino hasta que ha salido contigo del edificio. Tú, claro, intrépido héroe, abandonas el edificio con el pecho henchido como si con el mismo fueras a traspasar los muros de escombro que se apilarían frente a ti impidiendo tu paso y el de tu telúrica e improvisada Louise Lane –a la que, por cierto, la vecina no se le parece en lo más mínimo-.
Una vez fuera, de pie en la acera de enfrente, viendo como el edificio oscila aún, te da un último apretón “gracias… ay perdona… te he apretado muy fuerte… ¿tu eres el vecino de qué piso?... a claro, si el que toca el piano…”… Tú, modulando la voz, imprimiendo un aire de búdica e impasible calma respondes “no fue nada, ya pasó”.

“Se sintió horrible, yo estaba viendo la Tele cuando sentí un jalón en el sillón, pensé que me estaba mareando”… “Yo no me dí cuenta sino hasta que el perro empezó  ladrar”… “Yo me estaba haciendo pedicure, qué horror, me puse las chanclas con el barniz fresco, ya se me pegó la felpa en las uñas”… “No puedo comunicarme con mis padres para decirles que estoy bien”… “Qué buena onda güey, ya no tenemos que hablar con nuestros papás, ahora podemos irnos de peda, diremos que no pudimos comunicarnos”… El teporocho que duerme en una de las bancas del parque, pasa por enfrente del arremolinado grupo de los conmocionados vecinos caminando -como siempre- por el arrollo y pasa de ellos. El perro del  vecino del 103 finalmente puede olerle el rabo a la perrita de la vecina el 102 a la que tanto cela su ama y que nunca deja que se le acerque ningún perro, mucho menos el del 103… Otros, los más curtidos en el tema de temblores, vuelven pronto a casa y retoman lo que habían dejado pendiente, pero ahora a la luz de las velas.

Desde luego el portero se convertirá en el cronista oficial del evento :  mañana cuando bajes al vestíbulo, camino de tu trabajo, te interceptará y te contará atropelladamente y  exagerando sensiblemente los sucesos de cómo la señora del 403 que se quedó dentro de casa había predicho el temblor y que desde horas antes había prendido una veladora; de cómo el vecino de arriba de tí mandó a sus hijos en taxi a casa de su mamá porque allá es mas seguro y que al rato llegó su novia y desde luego, de cómo los de la farmacia de a la vuelta tuvieron que bajar las cortinas porque con el apagón temían que se metieran a robar mercancía, los antihistamínicos –por la pseudoefedrina- que son tan socorridos en estos tiempos de las anfetaminas.

Tú nunca estás preparado con tu “kit de terremoto”: ya te bebiste la botella de agua el otro día que no pasó el repartidor y que te dio flojera ir a comprar un garrafón al Seven Eleven, ya tiraste las barras de cereal que se estaban haciendo viejas; la lámpara –si acaso la hallas- no tiene baterías y desde luego que nunca compraste la radio portátil…

El vaivén va cediendo y las voces dejan de sonar agitadas. Todos vuelven a casa. Ahora el edificio está más silencioso que un camposanto. Se puede escuchar el aleteo de una mosca. Unos se fueron a casa de sus padres. No hay luz, no se escucha ni una radio ni un televisor. Sólo las luces de los autos que pasan por la calle iluminan de cuando en cuando el ventanal. Las bujías se consumen de a poco en el centro de la mesa del comedor. La calle está en calma. Los músicos de banqueta también dejaron de tocar y se fueron de regreso a sus casas. Los comensales se fueron también. Tras de su puerta, la vecina puso candado a su urgente deseo por ti; la del 102 pone talco frenéticamente en el rabo de su perrita; el vecino vuelve a salir con sus botas a parrandearse la noche, si vuelve a temblar mejor que lo agarre de pachanga. Tú cogerás tus mancuernas y ejercitarás tus bíceps mientras que llega la luz… y el perro del 103, antes de que venga el próximo temblor seguro ya le habrá vuelto a oler el rabo a la perrita del 102.

martes, 22 de noviembre de 2011

Ser Romano

Por Salvador De Maria y Campos Q.

La Roma nació vieja, añeja, con un regustillo aristocrático que desde su fundación ya empezaba a ranciar. La Roma no fue nunca un hito de modernidad ni trajo consigo avances de vanguardia tecnológica ni en materia arquitectónica ni en urbanismo. Antes que ella, otras colonias más viejas del Distrito Federal : La San Rafael –conocida como Colonia de los Arquitectos o Americana-, la Juárez, la Cuauhtémoc y La Santa María  habían ya implementado mejoras en materia urbanística y de saneamiento como drenajes, guarniciones, pavimentos e iluminación. Y en materia arquitectónica, la Roma únicamente replicaba los sistemas constructivos que desde un buen tiempo atrás se venían aplicando. En los albores del siglo XX, mientras que en el horizonte del quehacer de desarrollo urbano y construcción se perfilaban ya modernos asentamientos  –como la vecina colonia Hipódromo Sección Insurgentes-; la Roma era pues, el último reducto residencial de una sociedad que se aferraba al estilo de vida de un porfirismo que al momento de la fundación de la flamante colonia, se despeñaba por la ladera de un precipicio arrastrando tras de sí la estela de piedra y polvo que le habría de sepultar por siempre.

Empero, la Roma contó con una traza privilegiada que pocas colonias más viejas contaban : con dos grandes jardines que son el eje de la vida pública y de esparcimiento de la colonia : El Jardín Roma, -hoy Plaza Río de Janeiro- y el Jardín Ajusco, -hoy Plaza Luis Cabrera- y con sendos bulevares que, a la manera parisina, dividían a la Colonia en cuatro cuadrantes orientados de norte a sur y de oriente a poniente : La Avenida Orizaba y la Avenida Jalisco –hoy Álvaro Obregón-, respectivamente.

Un selecto grupo de arquitectos e ingenieros, mexicanos y extranjeros,  se sintió atraído por el aireado y espacioso fraccionamiento y se decidió por venir a poner su sello en la nueva Colonia. La fina firma del Ingeniero Civil Militar Gustavo Peñasco, la sobriedad del Arq. Manuel Gorozpe, la elegancia del Arquitecto Manuel Capetillo y Servín;  la atrevida marca de los franceses B. A.  Pigeon y Auguste Leroy; el clasicismo del venezolano, arquitecto y cónsul, Eudoro Urdaneta y la ondulante sensualidad del  catalán Prunes, que entre otros, dieron a la Roma el nostálgico carácter de una fotografía sepia que muy pronto, con la llegada de los aireados vientos democráticos, empezaría a difuminarse. Fueron pocos años, 30 a lo mucho, los que la Roma conservó intacto su paisaje pues no bien llegó la década de los años 40 para que las viejas mansiones comenzaran -desde entonces- a ceder su territorio a nuevas y modernas edificaciones que alteraron de forma irremediable su fisonomía y su aire palaciego y apacible en un proceso continuo que hasta la fecha, no cesa en su voraz apetito de deglución de la historia de la ciudad.



 Pero la mayor devastación ocurrió en las décadas de los años 60, 70 y 80; ante la indiferencia de los ciudadanos, la miopía de los guardianes del patrimonio y el beneplácito de las autoridades en materia de desarrollo urbano, la Colonia ROMA, último bastión arquitectónico del México porfirista, perdió más del 70% de su patrimonio arquitectónico y cultural que vendría a ser rematado, como la estocada que clava el torero en la suerte de matar, con el sismo de 1985.

Fueron pocos los vecinos, -los añejos, los de siempre-, los que se negaron a abandonar sus casas, sus calles y sus jardines; los que siguieron confiando en la nobleza y el abrigo de sus espesos muros de adobes y de tabiques rojos recocidos y en el crujir de sus viejos pisos de duela de madera. Y tras de estos llegaron otros que supieron entender ese discurso arquitectónico y estilístico y más allá de lo evidente, lograron escuchar el grito ahogado y casi inaudible de un barrio que se niega a sucumbir ante el despersonalizado proceso de lo estándar, de lo vulgar, de lo hecho en serie y de lo anodino.

A la Roma vienen llegando nuevos vecinos y nuevos arquitectos. Los primeros atraídos por su vibrante, atemporal, clásico y respetuoso discurso; los segundos atraídos por su apetitoso horizonte de desarrollo inmobiliario que se inserta en este reciente proceso regresivo de volver a habitar las zonas urbanas y céntricas de la ciudad. Al fenómeno arquitectónico actual de la Roma se lo puede clasificar en dos : El grupo de los arquitectos y desarrolladores que comprenden el entorno y que lejos de buscar el sello de marca, pretenden mimetizarse con el elocuente y opinado discurso del centenario barrio y el grupo de los megalómanos que con sus aberrantes incursiones no hacen otra cosa que ajar la piel de la colonia Roma que supura, cicatriza y que no cesa de regenerarse.


 
No son los pretensiosos, los wannabes, los que se dejan seducir por la Roma; ni es la Roma el barrio que pretende convertirse en trasnochada paráfrasis de un SoHo neoyorquino. Fiel a su origen, la Roma es auténtica; sus habitantes, sus comerciantes y sus personajes urbanos también lo son. A la Roma se la desayuna indistintamente con un crujiente croissant de La Pâtisserie de Dominique que con unos honestos chilaquiles del Comedor de Carmen e Hijas del Mercado de Medellín; se la come igual con Fetuccini con cangrejo de la Rosetta -preparado delicada y exquisitamente por la chef Helena Reygadas- que con una jugosa costilla acompañada de un bien servido plato de frijoles charros de Las Costillitas de San Luis; se la bebe lo mismo con un potente tinto de los que expende Galia Gourmet que con un amistoso Mezcal de La Nacional y se la cena y se trasnocha por igual con unas tapas y alcoholes del Félix que con unos tamales y chocolate de los Bisquets de Álvaro Obregón.

Y es que a la Roma no se le visita para ver o dejarse ver. A la Roma se le pasea para respirar su aire neo-porfiriano; para charlar abierto con los amigos; para degustar honestas propuestas gastronómicas –sea cual sea el presupuesto-. La Roma es la mejor muestra del variopinto tejido social que es el Distrito Federal decantado en todas las confluencias que puede tener la compleja urdimbre urbana : generacionales, religiosas, académicas, de género y de clase. La Roma es pluralmente exclusiva y democráticamente única. Los Romanos son todos diferentes, todos individuales, todos auténticos y sin embargo todos son también abarcados, comprendidos, contenidos en el gran abrazo que significa el término “Ser Romano”.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Nuevo Director en la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del INBAL

Movimiento Pro Dignificación de la Colonia ROMA, A. C. felicita a la Mtra en Arq. Dolores Martínez Orralde por su reciente nombramiento como Directora de la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

Nuestra asociación dedicada a la preservación del patrimonio cultural, urbanístico y arquitectónico de nuestra colonia Roma, fundada hace más de 15 años, ha venido trabajando estrechamente con la Dirección de Arqutiectura del INBA y con los diferentes directores que la han encabezado; durante este tiempo, la Mtra. en Arq. Dolores Martínez Orralde ha sido el eje que ha dado continuidad y consistencia a la labor del equipo que desde ahora dirige. Con beneplácito compartimos a nuestros vecinos, seguidores y preocupados por el patrimonio arquitectónico y urbanístico esta buena noticia.

martes, 1 de noviembre de 2011

El Pintor de Retratos, Cuento Ganador, Concurso CASUL, en torno a la Colonia ROMA.

El Pintor de Retratos.

Por Cronista Urbano
(Mauricio Vega Vivas)
 Me citó en la Plaza Río de Janeiro, en la Colonia Roma, a las nueve horas menos cuarto. Y agrego: “Por favor, sea puntual”. Con agrado acepté el lugar y la hora, a pesar de mi desconfianza habitual y la extraña manera de citarme. A las “nueve horas menos cuarto” era una expresión poco habitual en mi vocabulario. Pensé en la manera en que si citan a determinada hora en España o Sudamérica, pero no en México. Sin embargo, al teléfono, no percibí acento extranjero alguno ni rasgo distintivo de la mujer aquella. “Una cosa más, espéreme por favor a espaldas de la réplica del David de Miguel Ángel, junto a la fuente, ¿la conoce?”. Le respondí que sí y se despidió sin mayores señas. Decidí llevar el caballete plegable y la caja de madera en que acomodé perfectamente las barras de carboncillo, el aceite de linaza, el aguarrás, los tubos de óleo y los pinceles que requería. Agregué la carpeta del papel y el lienzo de lino de una  buena vez, según la petición del cliente: 80 x 60 cm. El taxi entró por la calle de Puebla y giró a la izquierda en Orizaba, me dejó a un costado de la plaza. Llegué con diez minutos de anticipación, rodeé la fuente, admiré la perfección anatómica del David
-réplica exacta en bronce del original de la  Galleria dell’Accademia, en  Florencia,  Italia- y finalmente me senté en el pretil a esperar. Revisaba los mensajes en mi celular cuando escuché los tacones de una mujer cerca de mí, se detuvieron justo delante de donde me encontraba. Un hermoso y delicado par de piernas en unos tacones ligeros quedaron a un palmo de mis narices. Preferí no levantar la vista, aguardé callado unos segundos. La mujer preguntó: “¿Antonio Ramírez, el pintor?”. Levanté entonces la mirada, pero no pude ver su rostro, a contra luz del sol sólo vi su bella silueta. Me puse de pié y respondí: “Sí, señora, soy yo, mucho gusto”. Le ofrecí mi mano para saludarla, pero la ignoró deliberadamente. “Venga conmigo, por favor”. Y echó a andar rodeando la fuente hacia el norte de la plaza. Mientras trataba de alcanzarla pensaba en su descortesía al ignorar mi  mano extendida y en su incomprensión al hacerme caminar de esa manera con los materiales encima, sin saber bien hacia donde nos dirigíamos. Intenté igualar sus pasos,  pero me era imposible moverme a su ritmo. Caminó con idénticos pasos hasta el final de la plaza, dio vuelta a la derecha sobre Durango, cruzamos la calle y se detuvo en una casona de hermosa fachada neoclásica.


             Sin ver aún su rostro entré con ella a la casa, pero me detuvo en seco con
mi carga: “Espere aquí, deje ver si la persona que va a retratar está preparada”. Puse en el piso las cosas y miré un rato a mí alrededor. Un mueble con espejo y perchas de metal lo recibía a uno invitándolo a dejar sombrero y abrigo. La estancia era lujosa, aunque de muebles antiguos. Delante de mí estaba una elegante sala de terciopelo roja adornada con delicadas carpetas de hilo blanco, sobre brazos y respaldos. En la mesa de centro había un par de viejos libros: La amada inmóvil de Nervo y Angelina de Rafael Delgado. Un enorme comedor de altas sillas con floridos ornamentos estaba al otro lado
de la habitación. El pasillo hacia las escaleras estaba cubierto por una fina alfombra. Los lienzos originales en las paredes montados en fastuosos marcos, los esquineros de caoba y los finos tibores daban un toque exquisito a aquella casa. Aguardé no sé cuanto tiempo, tal vez veinte o treinta minutos, no quise ver mi celular para estar atento al regreso de la joven y bella mujer. Su fina voz me llamó, al cabo, desde lo alto de las escaleras: “Puede subir, es la recámara al final del corredor”. Con incertidumbre caminé hacia las escaleras, antes de pisar el primer escalón un vientecillo helado que provenía de lo alto golpeó mi rostro y me obligó a cerrar los ojos, mi carpeta con los papeles de dibujo cayó al suelo y  las hojas se extendieron en el piso. Apresuradamente los recogí, acomodé mis pertenencias y subí a toda prisa. Las puertas de las recámaras eran altas y blancas, pero la joven mujer no estaba por ningún lado. Recordé sus instrucciones y me dirigí al final del corredor, la puerta del fondo estaba entreabierta. La empujé ligeramente con mi caballete y nuevamente un vientecillo gélido me golpeó el rostro, tampoco le di importancia. “Pase por favor, lo esperaba más temprano”, me invitó una voz a pasar. Entré finalmente a la alcoba y junto a la cama estaba una mujer vieja sentada en un sillón, que me sonrió con amabilidad. Me señaló una silla y acomodé mis utensilios de trabajo. “Puede empezar en el momento que quiera”, ordenó con solemnidad la anciana.

                    No es habitual que a mi taller lleguen encargos de esta índole, pero no había razón para rechazarlo. El pago del retrato lo depositaron por adelantado puntualmente en mi cuenta bancaria, como lo ofreció la mujer al  teléfono.  No había
plazo para concluirlo. El tiempo es un factor fundamental para conseguir un buen retrato. “Le ruego de manera encarecida que sea fiel a la modelo”, me pidió. No vi problema en ello y acepté, aunque no me dio referencia alguna sobre la persona a retratar.  En la recámara de la anciana habían dispuesto también una mesita  junto a  la
silla, una jarra con agua y un vaso. Me dispuse a trabajar de inmediato. Coloqué sobre mis piernas la carpeta con una hoja encima, para trazar un boceto general y realizar el encuadre antes de abordar el lienzo, la anciana mujer permanecía quieta, prácticamente inmóvil, con un bello gesto dibujado en el rostro. En tanto analizaba luces y sombras con grandes trazos de carboncillo, me preguntaba porqué habían decidido realizar un retrato pintado.  “Porque sólo un buen pintor es capaz de retratar el alma y robarle al tiempo un fragmento de eternidad”, dijo la mujer como si hubiera hecho yo mi reflexión en voz alta. Me inquieté un poco, pero no le di mayor importancia al suceso y guardé silencio. Preferí concentrarme en el modelado local de las facciones que,  inexplicablemente, me resultaban hermosas y atractivas a pesar de ser una mujer de entre ochenta y noventa años. Concluí el boceto y se lo mostré desde mi lugar de trabajo, como lo hago habitualmente cuando dibujo con modelo. La mujer asintió con la cabeza y se quedó inmóvil nuevamente. Llevaba puesto un elegante vestido de seda blanco con encajes delicados en el cuello y las mangas, y unas altas zapatillas de charol negro. El peinado era sencillo y su pelo recogido destacaba sus finas facciones. Evité distraerme en nimios detalles y como en otras ocasiones permití que el trabajo fluyera sin pensar demasiado en el aspecto de la mujer; sin embargo, algo raro pasó, el boceto no era del todo fiel a la persona, parecía mucho más joven sobre el papel. Insistí nuevamente en no darle importancia al asunto y armé el caballete para trabajar sobre el lienzo.

       Reproduje con premura sobre el lienzo los trazos básicos del boceto también
con carboncillo. Decidí trabajar primero el rostro a la manera clásica y ocuparme posteriormente del  cuerpo, dejando para el final la atmósfera del entorno. Hice el fijado de las líneas primarias con pincel y sombra tostada adelgazada con aguarrás, apliqué después siena natural para el manchado general, las zonas de penumbra las acentúe con sombra nuevamente y con blanco de titanio delimité las luces. Finalmente con un poco de tinta de carne establecí el tono local de la piel. Como era posible trabajar con veladuras suaves los días siguientes, esa primera jornada sólo establecí, pues, el manchado general, concluí una carnación muy ligera y me despedí de la mujer después de las dos horas de trabajo, que suele tolerar sin queja la persona que posa. Los días que
siguieron fueron reveladores. Me presentaba a las diez de la mañana de manera puntual.
Viajaba en el Metro desde mi casa en la colonia Obrera, descendía en la estación Insurgentes y atravesaba la singular glorieta hundida, maravilla arquitectónica con tintes
futuristas que el cine hollywoodense ya explotó alguna vez con éxito mundial. Algunas veces antes de abandonar el andén me detenía a contemplar el mural de Rafael Cauduro,
y estudiaba con atención el rostro envejecido de Sir Bertrand Russel, intrigado por el
noble gesto del filósofo. Caminaba por la calle de Orizaba y me persignaba al pasar frente a la iglesia de la Sagrada Familia. Al aproximarme a la casa ya me aguardaba la mujer joven en la entrada, quien al divisarme volvía al interior y me dejaba la puerta abierta. Me introducía solo hasta la recámara donde ya me aguardaba la anciana, y me ponía a trabajar de inmediato para disimular mi zozobra ante la inédita situación. Los días que siguieron fueron de cierta monotonía, la mujer sonreía siempre afectuosa y mantenía extrañamente la misma postura del día anterior, como si no se hubiera movido nunca. Sin queja alguna ni señales de cansancio posaba orgullosa ante mí. Las jornadas de trabajo, ligeras al principio, se fueron volviendo extenuantes y me marchaba sensiblemente agotado. En ocasiones daba un pequeño paseo por la plaza, me sentaba a la sombra de un árbol y después de relajarme me encaminaba al metro para volver a  casa. El retrato marchaba muy bien, superaba incluso mis propias expectativas, había logrado cierta perfección en los pliegues del vestido y los encajes resultaban de un realismo inusitado. El sillón, el buró, la lámpara de bronce con pantalla de finos holanes y la escena campestre de José María Velasco que colgaba detrás, aparecieron paulatinamente sobre el lienzo con una delicada belleza que me sorprendía cada jornada. Sin embargo, era incapaz de retratar con fidelidad el rostro envejecido de esa mujer. Sus manos y brazos poseían en el lienzo una extraña lozanía que me inquietaba.
Incluso sus piernas, marchitas  y sin carnes en realidad, eran hermosas en la pintura. Me persuadí que lo que pasaba en realidad era que trabaja aún sobre una base superficial de
pintura, pero que tarde o temprano tendría que establecer con el pincel los detalles grotescos de la vejez.
 Pero no fue así. El tiempo de elaboración del retrato se alargó inexplicablemente,  mis esfuerzos por concluirlo eran en vano; siempre al volver a la pintura enfrentaba el mismo dilema: mi incapacidad para retratarla con fidelidad. El resultado de las correcciones era invariablemente el mismo; la anciana parecía rejuvenecer sobre la tela con cada pincelada. Me aterraba pensar que al revisar los progresos del retrato después de que me marchaba, descubriera mi incapacidad para pintarla. Pero no había comentario alguno, por el contrario, la mañana siguiente aparecía   más satisfecha y complacida. En casa empecé a pasarla mal,    Hortensia notó 

cambios notables en mi persona. Mi apetito disminuyó  y dormía con dificultad, abandoné deliberadamente otros encargos y los niños me eludían cuando estaba en casa,
sólo el gato se iba a recostar a mi lado y permanecía ahí hasta que era hora de dormir.
Sin embargo, me sentía imbuido de una vitalidad desconocida cuando entraba a aquella casa de nuevo. Bebía un poco de agua par mitigar los calores de mayo y tomaba de nuevo los pinceles.  La mujer continuaba impávida frente a mí, sin achaques ni quejas.
Algunas veces después de abandonar la recámara para retirarme, caminaba lentamente oteando  para espiar a la mujer joven; pero nunca apareció, avergonzado salía mejor  de la casa para no ser sorprendido. Pensé en abandonar el retrato y en no volver, pero mis íntimas negativas terminaban cuando salía rumbo a la colonia Roma. Además,  en el estado de cuenta de mi tarjeta de débito aparecieron nuevos depósitos en efectivo que triplicaban el presupuesto inicial del encargo. En fin,  Hortensia estaba tranquila al menos por la entrada de dinero, aunque descuidara los otros encargos, abandonara las clases particulares y el taller de los fines de semana en el Palacio de Hierro.“Ya me repondré y me disculparé con todo mundo, no te preocupes”, le decía cariñoso al volver a casa. No estuvo de acuerdo, empero, cuando empecé a asistir a la casona de la Plaza Río de Janeiro los sábados y después también los domingos, se despertaron en ella otra clase de sospechas. Le expliqué de mil maneras que el retrato no resultaba como yo quería y que tenía que trabajar horas extras para conseguirlo; que de esa manera terminaría pronto y dejaría atrás ese incómodo encargo. Sus sospechas se tornaron suspicacias y dejó de hablarme convencida de que se trataba simplemente  de otra mujer en mi vida. Y en cierta forma así era.

                  Cerca ya de los dos meses de trabajar en  el retrato y con las primeras lluvias de junio  empecé a acostumbrarme a la situación. Ya no lidiaba con la idea de corregirlo y simplemente ansiaba concluirlo. No había tampoco reproche alguno sobre mi trabajo. El retrato casi terminado era el de una joven y bella mujer que en nada se parecía a la anciana que había posado para mí durante semanas; excepto el azul de sus pupilas, ningún otro rasgo pude plasmar de su fisonomía. Sin embargo, estaba satisfecho con el modelado general, era un hermoso retrato de una mujer que en realidad nunca vi frente a mí. Si la anciana tenía casi noventa años, la mujer del retrato no llegaba a los treinta.  Tampoco me incomodaba lo extraño de la situación, todos parecíamos satisfechos. La colonia Roma, además, se había vuelto mi rumbo preferido, por las tardes recorría sus galerías  y espacios culturales.  La casa donde  vivió Ramón
López Velarde los últimos meses de su vida  me atrae particularmente, aunque la soledad que su recámara condensa entre cuatro paredes me resulte abrumadora. Me sentaba a veces en Casa Lam a tomarme un capuchino al atardecer, viendo desde su terraza a la avenida Álvaro Obregón. En la casa de Colima 196 visité alguna vez una espléndida exposición colectiva  de los miembros del Salón de la Plástica Mexicana, en particular me embelesé con dos lienzos de Rafa Merino. Este entorno urbano  de fachadas neoclásicas, calles afrancesadas y románticas plazas,  de amor por el arte y la cultura, me influían de manera poderosa para conservar la cordura en el tránsito, en realidad espeluznante, en que se desarrollaba mi trabajo en la casona aquella. La colonia Roma y sus aires cosmopolitas de principios del siglo XX me persuadían de que lo que estaba viviendo no era ajeno a sus viejas casas, fachadas y calles. Era en cierta forma un hecho que no parecía extraño  a la colonia fundada  en los albores del siglo pasado.

            La mañana del 12 de junio de ese 2009 las cosas tomaron otra dimensión.
Llegue puntual, pero por primera vez no me aguardaba la mujer joven en la puerta.
Estaba cerrada y tuve que llamar. No recuerdo ahora cuanto tiempo estuve afuera, pero no quise regresar a casa e insistí. Finalmente alguien corrió el pasador y la puerta se entreabrió. Con indecisión entré como si fuera la primera vez  que cruzaba aquél umbral, saludé por no resultar descortés, pero no había nadie. Me introduje hasta la recámara de la anciana confiado en encontrarla y reanudar mi labor, pero tampoco estaba en su sillón ni recostada en su cama. Sensiblemente nervioso me senté unos segundos en mi silla de trabajo de las últimas semanas y hasta entonces me percaté  que tampoco se encontraba la pintura sobre mi caballete. Un temblor helado recorrió mi cuerpo y decidí huir. Al salir apresuradamente al pasillo, por descuido tropecé y me golpeé la cabeza con el barandal; un hilillo de sangre empezó a descender por mi frente. Me senté unos minutos en el piso para serenarme, a poco me incorporé y bajé a la estancia buscando la salida. Al cruzar junto a la sala encontré a la mujer joven sentada en uno de los sillones,  me detuve y aturdido la saludé de manera poco convincente. La mujer no respondió. Camine hacia ella y volví a saludarla, pero permanecía inmutable, al buscar su rostro descubrí horrorizado que era la misma mujer  que había pintado. Con la mirada fija mirando hacia ninguna parte estaba en un trance fuera de este mundo. Aterrado ante la presencia de la mujer del retrato caminé tambaleante hacia la salida para escapar  pero una voz femenina me llamó por mi nombre, me detuve  y volví hacia donde estaba la mujer. Ya no estaba ahí….
La recámara está idéntica, tal como la dejó la semana pasada. Salvo el neceser nuevo de Elena sobre el tocador, las cosas permanecen en su sitio. Bocarriba el color del cielorraso le parece ridículo,  pero el plafón del centro luce bastante bien, piensa. Aguarda ensimismado a que Elena suba a verlo o que alguno de los criados le traiga algo de comer. Es antes del mediodía, en la calle gritan algunos pregoneros y las mujeres vuelven del mercado saludándose a grandes voces, la calle es un bullicio. Por fin alguien llama a su puerta. Él pregunta y le da el paso a uno de los criados,  porque Elena tiene prohibido que las muchachas suban con el servicio a la recámara.

-Buenos días. ¿Cómo se siente el señor el día de hoy?- le pregunta el criado al entrar.

-Bien, Manuel, ¿qué fecha es?- responde el hombre convaleciente en la cama.

    -¿No sabe el señor? 13 de junio, Día de San Antonio, la semana pasada entró el     
  Presidente Madero a la ciudad de México. La señora Elena le prepara algo especial.

  -¿Si? ¿Qué cosa?.

 - Es una sorpresa, averígüelo al rato mejor usted mismo. ¿Cuántos años cumplen los    
   señores de casados? – continúa indiscreto el criado.

  -Nueve años,  mi buen Manuel. ¿Y el retrato de la señora ya lo trajo el pintor?

 -No, señor. Pero vino el lunes una hija a avisar que estaría listo para la fecha que se                
  comprometió. Era una moza muy linda. ¿El patrón desea algo más?

-Sólo avisa a la señora Elena que ya desperté y que suba a verme - le suplicó.

-Si ya volvió de la iglesia le daré su recado. Con su permiso señor, - y el criado se
 marchó finalmente

Elena volvió después de la comida acompañada del doctor con un obsequio para el enfermo. El doctor lo revisó y su semblante reflejó profunda preocupación.
-¿Sigue sin mejorar, doctor? –preguntó Elena, el médico guardó silencio.

Para el atardecer empeoró. Cerca de las once preguntó agonizante por el retrato de Elena, si el pintor finalmente lo había llevado a casa. Hasta esa hora fatal Elena se enteró de su obsequió de aniversario. La última imagen que los ojos de Antonio vieron, fue la de su mujer  sentada en el sillón, en el que pasó días y noches junto a su cama....

              No tenía idea del tiempo transcurrido ni de la forma que había vuelto ahí.  Me aterrorizó descubrir que estaba recostado en la cama de la anciana. Sin entender lo que pasaba repasé los últimos hechos en mi cabeza sin moverme, no había lógica alguna. Levanté un poco la cabeza sobre mi pecho para ver hacia los pies de la cama. Mi caballete permanecía en el mismo lugar cerca de la puerta. Temeroso giré la cabeza lentamente para ver la silla en la que se sentaba la mujer del retrato, ¡y ahí estaba!, sentada junto a mí, velando mi sueño. Un escalofrío corrió por mi espalda hasta la nuca. Estaba dormida. Decidí incorporarme y salir nuevamente de ahí. Al llegar a la puerta percibí sus movimientos al despertar, pero no volví la cabeza; poco antes de girar la perilla con voz apagada suplicó:

-No te marches aún. He aguardado tanto tiempo.

Sin responder tiré de la perilla y salí aprisa al corredor, la mujer dijo algo más pero no pude comprender. Apresurado descendí por las escaleras buscando la salida, esta vez no encontré  a la otra mujer en la sala ni en el comedor. Aliviado por no encontrar obstáculo di un último vistazo al interior antes de salir y lo que descubrí me paralizó por completo. Al fondo de la sala, sobre la chimenea, estaba colgado el retrato que había pintado. Sin marco, y tal como lo había dejado la última vez sobre el caballete, el retrato presidía la sala desde su sitio en el muro. La dulzura de su mirada me hizo olvidar por un momento la confusa y terrible situación. Como si de pronto reconociera a  la bella mujer del retrato me aproximé y tuve la impresión inmediata de haberla tratado alguna vez; sus facciones de pronto se me parecieron familiares. Aunque ciertamente se trataba de la misma mujer que acompañaba a la anciana en la mansión aquella, el gesto afable que había yo plasmado sobre el lienzo me atraía y conmovía de manera incomprensible. Era un rostro armado.

         Permanecí de pie mirando el retrato. Por un momento la casa y los muebles
me parecieron más que familiares, tuve la impresión de que me pertenecían de alguna forma.  Sin embargo,  en medio de la conmoción,  pensé  en  Hortensia  y los niños y mi
pensamiento voló hacia ellos. Como si abriera los párpados en medio de un terrible sueño, mi vista descubrió de pronto una casa en ruinas, los muebles y los muros estaban cubiertos de polvo y telarañas acumulados por muchos años, la casa estaba abandonada y sólo el retrato lucía limpio y nuevo. En el piso, mis pisadas habían abierto brecha todos esos días entre tierra y basura. Como si de pronto hubiera recobrado la lucidez, abrí la  puerta y salí a la calle…

     Era el atardecer, la luz crepuscular iluminaba la calle y en la plaza el David de Miguel Ángel era bañado por la luz crepuscular. Sólo volví la vista hacia la casa cuando me sentí seguro, lejos de ella. Estaba a punto de derrumbarse, de manera incomprensible no parecía ser la misma casa que visité por más de dos meses, mis materiales de trabajo aún permanecían dentro. Mi razón, entorpecida, no atinaba a comprender lo sucedido. El celular sonó y salí de mi cavilación, era Hortensia, preocupada por que no había vuelto aún a casa; le dije que iba de regreso, que estaba bien, que sólo pasaría a la iglesia de la Sagrada Familia para persignarme.


Saneamos nuestro paseo Álvaro Obregón.

Nos complace informar que Movimiento Pro Dignificación de la Colonia ROMA, A. C. conjuntamente con la Dirección de Educación Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente del Distrito Federal, dentro del marco del programa REVERDECE TU CIUDAD, logró el saneamiento de la vegetación del camellón del emblemático paseo Álvaro Obregón.
Compartimos este logro con los vecinos y visitantes de nuestra Colonia ROMA y les invitamos a cooperar con el buen mantenimiento y trato de l anueva vegetación.

A continuación la nota que publica REFORMA en su edición del día de hoy Martes 1 de Noviembre.

Intervienen un camellón de la Roma

Rescatan kilómetro de área de Avenida Álvaro Obregón, olvidada por 11 años

Alberto Acosta

(1 noviembre 2011).- A lo largo de un kilómetro, entre las calles Monterrey y Cuauhtémoc, el camellón de Avenida Álvaro Obregón en la Colonia Roma comenzó ayer a ser remozado y reforestado por trabajadores de la Secretaría del Medio Ambiente, quienes en una primera etapa plantaron 10 mil 200 especies herbáceas o cubresuelos.

Esta primera etapa abarcó un tramo de 700 metros lineales, de Monterrey a Orizaba, y se prevé que esta semana se lleve a cabo la segunda etapa de reforestación con otras 10 mil plantas, de Orizaba a Avenida Cuauhtémoc.

Se trata de la primera vez que dicho camellón recibe mantenimiento mayor, luego que durante al menos 11 años integrantes del Movimiento Pro Dignificación de la Colonia Roma han solicitado, sin éxito, a las diversas administraciones de la Delegación Cuauhtémoc rehabilitar el espacio.

"Tuvimos que acercarnos a la Secretaría del Medio Ambiente para pedirle su apoyo, porque las diversas administraciones delegacionales, desde Dolores Padierna, no han atendido nuestras peticiones para rehabilitar este paseo, que es el más antiguo de la Delegación, pues existe desde que se fundó la Colonia Roma, hace 108 años.

"Afortunadamente la Secretaría del Medio Ambiente incluyó la reforestación del camellón dentro del programa Reverdece Tu Ciudad, y esperamos que sea el primer paso para mejorarlo, y que ahora la Delegación se ocupe de rehabilitar las bancas, jardineras, esculturas y demás infraestructura que está muy dañada", expuso Salvador de María y Campos, integrante del Movimiento Pro Dignificación de la Roma.

Durante un recorrido se constató que las bancas están descuidadas, hay jardineras rotas, hoyos en el andador de adoquín, las esculturas están dañadas y grafiteadas y hay montones de basura.

El rescate del camellón de Álvaro Obregón incluyó el saneamiento de jardineras y la poda de alrededor de 40 árboles afectados por plagas. En la jornada participaron alrededor de 110 empleados de medio Ambiente, apoyados con sierras eléctricas, arneses y camiones de volteo.

"Tenemos mucho muérdago en la zona, entonces estamos iniciando desde la calle Monterrey hacia Orizaba con el saneamiento, y conforme se avanza, trabajamos en la plantación. Hoy terminamos con ese tramo y agendaremos otra jornada, esta misma semana, para el tramo de Orizaba a Cuauhtémoc", adelantó Julio César Cruz, coordinador del programa Reverdece Tu Ciudad.




Y falta un montón...

Aunque ayer se comenzó a reforestar el camellón de Álvaro Obregón, todavía hay mucho por hacer.


ABANDONO Y erosión. Sobre grandes porciones del espacio, que luce seco, ayer se observaron montones de basura.

· Trabajadores de Medio Ambiente realizaron trabajo de poda.

· Entre las plantas sembradas hay lirios persa, calanchos, pasto y agapandos.

· También se colocaron contenedores para desechos, con separador.

viernes, 28 de octubre de 2011

REFORESTAMOS NUESTRO CAMELLÓN DE ÁLVARO OBREGÓN.




Queridos Vecinos, Amigos y Entusiastas de nuestra Colonia ROMA.

Nos complace informar que nuestra asociación,  Movimiento Pro Dignificación de la Colonia ROMA, A. C. -que tiene por objetivo velar por la preservación del patrimonio cultural y arquitectónico de nuestra Colonia ROMA, en el marco del Programa Reverdece tu Ciudad, emprendido por la Secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal, ha gestionado la rehabilitación de las áreas vedes del paseo de Álvaro Obregón. Entre otras de las actividades emprendidas por este programa ambiental, la Secretaría del Medio Ambiente está llevando a cabo La Feria de Áreas Verdes con programas de Educación Ambiental.

Les convocamos a asistir este próximo lunes 31 de Octubre a conocer los resultados del programa Reverdece tu Ciudad que serán presentados por la Sria. del Medio Ambiente del Distrito Federal, Lic. Martha Delgado. La cita es a las 11:00 en el cruce de las calles de Álvaro Obregón y Orizaba.

Movimiento Pro Dignificación de la Colonia ROMA, A. C. agradece a la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, a la Sra. Secretaria Martha Delgado y a la Sra. Luz Pizá por su apoyo en la consecución de este objetivo hace tiempo planteado por los vecinos de la Colonia ROMA.

lunes, 17 de octubre de 2011

CONCURSO DE CUENTO CASUL, PREMIACIÓN.

Amigos,

el pasado 7 de abril, en el marco del XXV aniversario de la Casa Universitaria del Libro,  extendimos aquí la convocatoria que hiciera la Universidad Nacional Autónoma de México através de Casa Universitaria del Libro al concurso de cuento CASUL en torno a la Colonia ROMA.

A todos los participantes agradecemos su entusiasmo y a continuación damos a conocer la lista de ganadores : 

PRIMER LUGAR
El Pintor de Retratos
Autor : Mauricio Vega Vivas.
SEGUNDO LUGAR 
Contratiempo
Autor : Patricia Cepeda Gutiérrez

TERCER LUGAR
El Hermano Maldito
Autor : Ernesto Daboub Salazar

MENCIONES 
Recuerdos en Alquiler
Autor : José Martín gasca García

Noches de Verano
Juan Guerrero Enríquez
Cordialmente les invitamos a que nos acompañen a la CEREMONIA DE PREMIACIÓN
Lunes 24 de Octubre, 18:00 horas.
Casa Universitaria del Libro
Orizaba esq. Puebla, Colonia ROMA.

jueves, 26 de mayo de 2011

Leonora...

Por la Calle de Chihuahua, por delante de su puerta,  pasa el cortejo doliente. Triste amanecer para la Colonia Roma...  Ha muerto la vecina entrañable, partió Leonora.

martes, 10 de mayo de 2011

Subsisten cines de época... en ruinas



Las Viejas Salas de Cine del Distrito Federal
por Salvador De Maria y Campos Q.

Con motivo de los cines de época del Distrito Federal que están abandonados y en estado ruinoso, REFORMA me entrevistó el pasado mayo 7; querían conocer mi opinión como ciudadano preocupado por la preservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad.

El periodista, Alberto Acosta y yo tuvimos una larga charla telefónica, por la mañana del sábado previo a su publicación. Yo contestaba a las preguntas de Alberto entre sorbo y sorbo de mi jugo de naranja, sentado en el sillón de mi sala, recibiendo el fresco que entraba por el enorme ventanal de mi apartamento que día a día abre paso a la frondosa jacaranda que se alza desde el Parque México hasta mi balcón.

Repasábamos las salas de cine que han sido demolidas para dar paso a impersonales e informes desarrollos arquitectónicos y que de paso, han dejado un oscuro hueco en el catálogo de arquitectura civil de nuestra ciudad y en el quehacer de la cultura, del arte y del entretenimiento : El imponente Cine Roble del Paseo de la Reforma; el cine Balmori, elegantísima sala adyacente al Edificio Balmori en la esquina de Álvaro Obregón (entonces Ave. Jalisco) y Orizaba de estupenda factura arquitectónica firmada por el Arq. Ignacio Capetillo y Servín desarrollada en el año 1922; el confortable, asequible y familiar Cine Gloria de la calle de Campeche en la Colonia Roma Sur, el Cine Encanto –obra del Arq. Francisco Serrano-, El Alameda, El Arcadia, El Regis, El Royal, El Morelia, El Estadio…. y muchos más entre otros tantos que hoy sólo viven en la memoria de quienes acudían a sus salas.

En términos de la preservación del patrimonio sugerí que se revisaran los catálogos de inmuebles con valor artístico a cargo de la Dirección de Arquitectura y Preservación del Patrimonio Inmueble del I.N.B.A.L. así como los de la Dirección de Sitios Patrimoniales de la SEDUVI con la finalidad de que se cerciorase de que las salas de cine, con arquitectura relevante que perviven en nuestra ciudad, gozaran de la mínima protección jurídica a que hoy por hoy puede acceder un inmueble catalogado. Pero adicionalmente sugerí que la A. L. D. F. votara una partida para la recuperación de inmuebles con vocación de difusión de la cultura y entretenimiento. Y es esta última sugerencia la que me lleva a la reflexión mucho más profunda.

En una ciudad como la nuestra, la lucha por el espacio es descarnada : no sólo la que se libra por el espacio privado que pone una gran presión sobre el suelo elevando considerablemente los precios de la vivienda, sino también por el espacio público. Las salas de cine son ciertamente espacios privados pero con vocación pública; es decir, dedicados al entretenimiento público.

La visión de la industria cinematográfica y su estrategia de mercadeo ha cambiado sensiblemente en las últimas dos décadas. Muy lejos están los tiempos en que, cuando yo era adolescente, esperaba ansioso a que aquellos títulos se acercaran a la sala del Cine Ariel de la Avenida Ejército Nacional en Polanco o a la Sala del Cine “Mode” o a la del “Kubrik”, -en Tecamachalco- que eran las que me pillaban cerca de casa- y a donde mis padres me dejaban ir caminando. Todas ellas eran grandes salas, antes de haber desaparecido o de haber sido seccionadas en una multiplicidad de salas de menor tamaño que, en un mismo complejo cinematográfico ofrecen hoy día una multiplicidad de títulos simultáneamente. Además, la permanencia voluntaria es  hoy, cosa del pasado.

Pero más allá de este ejercicio de memorabilia, el tema de la recuperación de los espacios cinematográficos y de difusión de la cultura, se vuelve un asunto de cohesión social y de seguridad ciudadana.

Los espacios que la ciudad pierde o abandona son indefectiblemente ocupados por alguien más. No sólo me refiero a la ocupación física que es la más inmediata, formal y evidente, es decir el que un inmueble abandonado se convierta en un foco de pandillerismo o –en el mejor de los casos- depósito de basura; sino sobre todo a la ocupación del espacio social. Cualquier espacio cultural que se pierde en la ciudad, -al igual que en el terreno físico- cede su plaza en el acontecer social a la violencia, al pandillerismo y al vandalismo.

Cada vez que desaparece una biblioteca, un teatro, un museo, un jardín, un espacio deportivo o una sala de cine; se abandona la suerte de los ciudadanos y particularmente la de los jóvenes : se lanza una moneda al aire y se le da la espalda sin importar si será cara o cruz.

Es por ello que la preservación de los espacios de difusión de la cultura son un asunto social y de seguridad. La ciudad no puede darse el lujo de perder estos espacios o de abandonar el quehacer de la cultura y del entretenimiento a la suerte de los ciudadanos. La cultura es una de las herramientas más baratas y eficaces para combatir  y desterrar la violencia : Si ofrecemos a un joven la posibilidad de empuñar el arco de un violín, le disuadiremos de empuñar una pistola; si ofrecemos la posibilidad de leer un buen libro, alejaremos el video juego que incita a la violencia, si ofrecemos una buena  película, avivaremos la fantasía de la posibilidad de una sociedad mejor.

La cultura y su difusión no son un asunto de exquisitez o de elite; son más bien un asunto popular y de ejercicio democrático. Las dinámicas sociales que se dan en los espacios públicos fortalecen a las sociedades y manifiestan de forma vigorosa su cultura. En días como los que hoy vivimos, es imprescindible que la autoridad invierta en programas de cultura y en la preservación de los espacios culturales.

En la ciudad hay buenos ejemplos de salas de cine que han sido recuperadas como espacios culturales : en la Colonia Condesa, está el antiguo Cine Bella Época que hoy ocupa la Librería Rosario Castellanos del F.C.E. o en el propio Teatro Metropólitan, obra original de los arquitectos I. Capetillo y Servín y Federico Mariscal que pasó de ser sala de cine a polifacética sala de espectáculos.

Hoy día, el Ópera, el Cosmos y  el Teresa, son tres salas de cine que agonizan en el abandono y el olvido. Su recuperación y su revitalización son asunto clave en materia de preservación arquitectónica; pero sobre todo, en materia de restauración del desgarrado tejido social de nuestra ciudad.

A continuación la liga a la nota de Reforma.
Subsisten cines de época... en ruinas

miércoles, 4 de mayo de 2011

Palacio de Bellas Artes

La Mtra. en Arq. Olga Orive, Directora del Capítulo mexicano de ICOMOS, explica de manera profunda y detallada los trabajos de remodelación que se llevaron a cabo en la máxima Sala de Ópera del País, que han sucitado polémicas discusiones en torno a la conservación del patrimonio arquitectónico y artístico del Palacio de Bellas Artes.
Les invitamos a ver las fotografías e imágenes de los trabajos llevados a cabo tanto en la sala como en el proscenio del Palacio así como a escuchar a la Mtra. Orive.
Dar Click en los enlaces abajo para acceder a los vídeos de las entrevistas.

Olga Orive, Palacio de Bellas Artes, parte 1/3

Olga Orive, Palacio de Bellas Artes 2/3

Olva Orive, Palacio de Bellas Artes, parte 3/3

miércoles, 27 de abril de 2011

ROMA y CONDESA, candidatas a Barrio Mágico

Consignamos aquí la nota publicada por el Universal que dá cuenta de las iniciativas de Barrios Mágicos en el Distrito Federal. Por parte de la Delegación Cuauhtémoc, se proponen nuestras dos colonias, entre otras.

Dar click en el enlace abajo.

Roma y Condesa, candidatos a Barrio Mágico.

jueves, 7 de abril de 2011

CASA UNIVERSITARIA DEL LIBRO (UNAM)   y MOVIMIENTO PRO-DIGNIFICACION DE LA COLONIA ROMA CONVOCAN AL

CONCURSO DE CUENTO CASUL
(EN TORNO A LA COLONIA ROMA)

> Clickea en la imagen abajo para conocer las bases de esta convocatoria




jueves, 24 de marzo de 2011

Residentes vs. Antros. Una Historia de Éxito.

Algunos consejos sobre los giros negros

EL PRESENTE ARTÍCULO HA SIDO ELABORADO POR UN VECINO DE LA COLONIA ROMA QUIEN COMPARTE SU EXPERIENCIA A TRAVÉS DE ESTE PORTAL ELECTRÓNICO.

AGRADECEMOS SU COLABORACIÓN.

Muchos de nosotros estamos hartos de los giros negros que nos quitan el lugar del coche o el sueño, y lo que es peor: el derecho de vivir en un lugar donde se respete nuestra tranquilidad.

El que esto escribe, con dos vecinas enardecidas y solidarias, y el apoyo de otros vecinos de varias cuadras, logramos cerrar dos giros negros en la colonia Roma, y quiero compartir nuestra experiencia para que los que están en el mismo caso en el que estuvimos no empiecen de cero.

1. Deja de quejarte y actúa. Es cierto que el mundo es hostil y que las autoridades de la ciudad de México son lo que son, pero eso no quiere decir que debemos resignarnos a no hacer nada y a sufrir en silencio. Cerrar un giro negro es una tarea de paciencia, tarda varios meses – en el mejor de los casos – y no siempre tiene éxito. Pero no te desanimes: al fin y al cabo, las leyes están ahí, como están las autoridades encargadas de hacerlas cumplir, y les pagamos nosotros con nuestros impuestos. Sólo hay que ayudarles a hacer su trabajo lo antes posible, para decirlo de alguna manera.

2. Trabaja en equipo. Solo no vas a poder, pero te tengo buenas noticias: lo más probable es que no seas el único afectado por el antro que pusieron en la esquina de tu casa. Toca puertas, escribe correos electrónicos, y organiza un equipo para dividirte la chamba. Alguien que haga los escritos, alguien más que junte las firmas – entre más firmas, más peso tiene tu escrito- y alguien que tenga la posibilidad de moverse por toda la ciudad para repartir los escritos en las oficinas de gobierno. Además, nunca sabes si tu vecino, que está igual o más harto que tú, es primo del amigo de la suegra del que trabaja no sé donde que les puede echar una mano.

3. Infórmate. En este vínculo vienen las leyes que te van a hacer falta. http://www.aldf.gob.mx/leyes-107-2.html  Léete la de cultura cívica – para el marco general – , la de desarrollo urbano, y la de establecimientos mercantiles. En muchos casos el sustentar tu reclamo en artículos específicos equivale a facilitarle el trabajo al funcionario público al que va dirigido tu escrito, y aumenta las posibilidades de éxito. Conviene incluir en  tu equipo a un abogado para que le de el estilo y la contundencia jurídica a tu escrito.

4. Acuérdate de incluir al vigilante. Mientras dirijas tu escrito a más personas, en las “copias para“, mejor. Asegúrate de incluir al órgano de control de cada dependencia y, sobre todo, al Instituto de Verificación Administrativa del Distrito Federal (Invea).

Recuerda: todos somos responsables de la ciudad de México y no sólo sus gobernantes. 

miércoles, 23 de marzo de 2011

Efecto Verde Materializa su Sueño : Naturar las azoteas del D. F.

Efecto Verde, empresa mexicana que dirige el Arq. Antonio Flores empieza a escribir su historia con un capítulo fuerte y representativo : La tarde de ayer se inaguró la nueva azotea verde de Papalote Museo del Niño.

La solución que plantea efecto verde es de bajo costo, facilísima instalación y sin requerimientos de adaptaciones especiales en el área de azotea de casas y edificios. Su aportación a la mejora de la calidad del aire y al remanso de los habitantes de la ciudad es más que evidente. Éste método es fácilmente aplicable a las azoteas de casas antiguas ya que su peso es mínimo y su instalación es sencillísima; además ofrece la posibilidad de cultivar huertos urbanos.

Movimiento Pro Dignificación de la Colonia ROMA felicita Efecto Verde y a su fundador, Antonio Flores. Enhorabuena.

Abajo la nota de Reforma acerca de la pasada inaguración de Efecto Verde en Papalote, Museo del Niño.

Efecto Verde en Papalote Museo del Niño

Para conocer más, visiten el sitio de Efecto Verde : 

http://www.efectoverde.org

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Defenderá Alguien, Llegado el Caso, la Obra de Teodoro González de León?


¿Defenderá Alguien, Llegado el Caso, la Obra de Teodoro González de León?
Por Salvador De Maria y Campos Q.

Pese a la intrépida maniobra del Instituto Nacional de Bellas Artes, entonces dirigido por Teresa Franco, quien con la facultad que le confiere la Ley Federal de Zonas y Monumentos Arqueológicos Artísticos e Históricos, promulgó una declaratoria emergente de monumento artístico sobre el edificio que constituía quizá una de las más sólidas muestras de la arquitectura funcionalista mexicana; hoy, del edificio del antiguo Súper Servicio Lomas, -obra del Arq. Vladimir Kaspé-, no queda más que un maltrecho pedazo de la fachada que otrora se apegaba a las dinámicas formas del stream-line.

En el retazo de fachada que aún queda, se ha instalado un panel que dice : Pedregal 24, Edificio a Conservar y Restaurar y muestra una foto con la fachada original del edificio –ahora modificada en sus materiales-: se trata de la gran superficie acristalada que era la sala de exhibición de la antigua agencia Chevrolet Lomas (sin contar la fabulosa rampa helicoidal que lo hiciera tan distintivo). Pero el panel resulta ser tan mañoso como burdo: Pese a que en él se lee : “Edificio a Conservar y Restaurar”, el pedazo de fachada en el que se ha instalado el mismo panel no equivale siquiera a un 10% de la superficie del inmueble que se piensa “conservar y restaurar”. Ciertamente no fue esa la autorización que dio la Dirección de Arquitectura del Instituto Nacional de Bellas Artes que, normalmente se pronuncia en contra de las copias o de los manierismos. Sin embargo, los desarrolladores no conformes con haber ganado la batalla legal contra aquel Instituto -lo que les dio paso libre para desaparecer uno de los más representativos ejemplares de la arquitectura funcionalista mexicana- y haber llegado a una negociación para preservar solamente una parte del inmueble, ni siquiera respetaron tal acuerdo. Del inmueble no queda más que una pared como testimonio ridículo de que los desarrolladores “han cumplido su palabra”; es decir, solamente para cumplir con el expediente. Cuando en el mismo emplazamiento se alce el nuevo edificio, sépase que aquel “edificio conservado y restaurado” no se tratará de la obra original del Arq. Vladimir Kaspé, sino de una burda reproducción del antiguo inmueble, como esas reproducciones de las grandes obras pictóricas que, afuera del museo de la antigua Estación de Trenes de Orsay en París,  apostados en sus caballetes a la orilla del Río Sena, hacen los copistas.

Fue en 1947 que el empresario, Alfredo Porraz (padre) comisionó al recién llegado ruso, Vladimir Kaspé, la construcción del inmueble que albergaría la agencia automotriz –entonces de la marca Chrysler- y el taller de servicio pero, fue el mismo Kaspé quien sugirió al propietario desarrollar el vanguardista proyecto del primer edificio multifuncional que albergaría además de los usos anteriores, el de vivienda y salón de eventos y tienda departamental. De inmediato el inmueble se volvió referente obligado de la arquitectura del modernismo mexicano, no sólo por el orden, el aspecto impecable, los trazos claros y limpios, la funcionalidad de los espacios y la indiscutible calidad en la construcción que Kaspé imprimía a sus obras sino porque el mismo inmueble, en su conceptualización, resultaba ser un espacio sin paradigma. En el mismo edificio se instaló un almacén de enseres domésticos, viviendas y el mítico salón Ciro’s que se hizo famoso ya que noche a noche presentaba su show danzante con la banda de Everet Hogland quien era uno de los mejores y más afamados directores que entonces conociera América. Dicho sea de paso, el mismo Everet Hogland vivió en el apartamento número uno del mismo edificio proyectado por Kaspé. 

Pareciera que el edificio del Super Servicio Lomas, obra de Kaspé, -cual manzana de la discordia- siempre hubiera despertado un peculiar interés. Ya de por sí, hace tiempo, lejos de procurar su restauración, se encomendó una remodelación (lifting, se diría ahora) al Arq. Diego Matthai pero, bastó con que los propietarios manifestaran su deseo de vender el inmueble y su predio para que los desarrolladores vieran en aquél –entre otras cosas, debido a su emplazamiento- un negocio apetitoso. El primer intento de desarrollar sobre las ruinas de la obra de Kaspé,  una torre de oficinas a la que se le llamó Torre Bicentenario que muy poco tendría que ver con el 200 aniversario de independencia de la corona española que entonces celebraba nuestro país pues el proyecto –lejos de ser comisionado a un arquitecto mexicano- sería desarrollado por el holandés Rehm Koolhas, ganador del Premio Pritzker de Arquitectura y del premio Mies van der Rohe, -entre otros- y más aún, porque paradójicamente, el proyecto le era encomendado por un importante grupo corporativo español. El proyecto de Koolhas fue sujeto al escrutinio de la opinión pública y particularmente al de los vecinos de Las Lomas de Chapultepec quienes impidieron a toda costa la masiva construcción que desde su planteamiento se apropiaba un buen número de hectáreas de la reserva ecológica del Bosque de Chapultepec para destinarlo a área de estacionamiento así como por la lucha que dio el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura al declarar al inmueble, de forma emergente, como Monumento Artístico.

Quizás ni Grupo Hispamex ni Rehm Koolhas supieran quién fué Vladimir Kaspé, aquél ruso que invitado por el visionario Mario Pani Darqui llegó a México en la década de los años cuarenta, se nacionalizó mexicano y además de proyectar un sinnúmero de edificios de indiscutible factura se dedicó a la docencia tanto en la máxima casa de estudios de México, la UNAM, como en la Universidad de LaSalle la que fue su última casa. Quizás desconocían que en el Campus Condesa de la Universidad de LaSalle se erigió un edificio en honor del arquitecto y que lleva por nombre Centro Cultural Vladimir Kaspé. Quizás no supieran tampoco que el mismo Kaspé desarrollo el edificio de la Facultad de Economía de la misma Ciudad Universitaria, -hoy declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO-. Acaso no sabían que Kaspé desarrolló el edificio de los Laboratorios Rousell, el Liceo Franco Mexicano o el Parque Arturo Mundet, entre otros. Seguramente ignoraban que Kaspé se graduó de la École de Beaux Arts de París y que conoció a Charles-Édouard Jeanneret, mejor conocido como “Le Corbusier” de cuyas ideas de avanzada seguramente se inspiró para desarrollar el complejo del Super Servicio Lomas. Quizás no supieran que Kaspé recibió del Gobierno Francés la distinción Las Palmas de Oro en 1957 por sus méritos en el quehacer de la arquitectura moderna y que en sus tiempos libres, Kaspé se entregaba al piano de manera casi profesional.

Perdida la batalla de la Torre Bicentenario –trasnochada paráfrasis de una pirámide azteca- HISPAMEX no cejó en su esfuerzo y en su segundo intento, comisionó al laureado Arquitecto mexicano Teodoro González de León, para proyectar la obra de un inmueble de menor escala sobre las ruinas de la obra de Kaspé. ¿Antropofagia o arquitectofagia?

Pero Teodoro González de León sí sabe quién fue Vladimir Kaspé. 


Como la obra de Kaspé, la de González de León es también de calidad indiscutible por lo que resultaría ocioso entrar en una discusión acerca de cuál de las obras de los dos arquitectos es mejor. La obra arquitectónica debe de juzgarse y apreciarse, ante todo, en su contexto histórico y luego como aportación a la evolución de esa disciplina y la corriente en la que se inscribe, su grado de innovación y su calidad. La obra de Kaspé cumplía con todos los parámetros de manera sobrada. Lo que aquí resulta imperdonable es la falta de respeto y la poca importancia que se le da al patrimonio arquitectónico de esta ciudad. Teodoro González de León ha desarrollado obras importantísimas que, desde ya, constituyen una aportación indiscutible y son referente de la arquitectura mexicana. Los ejemplos son incontables. La pregunta que se antoja es : ¿Porqué el arquitecto Teodoro González de León accede a desarrollar una obra sobre las ruinas de una de las más representativas obras de su colega y casi contemporáneo, Vladimir Kaspé? ¿Porqué habiendo tanta tierra en otros entornos donde resulta más propicio –Santa Fé, por citar algún ejemplo- el inversionista elige esta ubicación de la estrecha y conflictiva calle de Pedregal Num. 24?

Así como los españoles sepultaron debajo de las iglesias, conventos y palacios coloniales a la vieja ciudad de Tenochtitlán; así como Díaz afrancesó y “modernizó” los magníficos palacios virreinales; así como el triunfo de la Revolución Democrática arrasó con la arquitectura ecléctica, mejor conocida como porfiriana... así los intereses mercantilistas de unos cuantos inversionistas y especuladores, siguen –hoy en día- acabando con el patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad y sepultando nuestra historia. Seguramente en cincuenta años más, algún edificio que hubiera proyectado el Arq. González de León -pese a sus méritos arquitectónicos y artísticos- será demolido,  por otro inversionista que anteponga sus intereses económicos por sobre del patrimonio y la historia de la cultura mexicana.


Agradezco la colaboración de la Sra. Raquel Higareda.


miércoles, 2 de marzo de 2011

TESTIMONIOS VIVOS DE LA COLONIA ROMA; TALLER EXPERIMENTAL.

Estimados Amigos, actuales residentes de la Colonia ROMA y otros que alguna vez la vivieron :

Con la finalidad de recolectar los testimonios vivos en torno a nuestra colonia ROMA, la Casa Universitaria del Libro de la UNAM convoca al Curso-Taller TESTIMONIOS VIVOS, COLONIA ROMA.

El objetivo del taller es el de registrar los testimonios orales que permitan conocer a la Colonia ROMA sus costumbres; sus fiestas civiles y religiosas; sus manifestaciones artísticas y culturales; sus familias, sus personajes populares, sus oficios y comercios tradicionales; sus leyendas, sus casonas y las historias que alrededor de ellas se tejen y finalmente dar testimonio de la transformación de este centenario y  emblemático barrio de nuestra ciudad.

La historia se escribe día con día y se registra en la memoria de los ciudadanos : No dejes de compartir tus vivencias y sentimientos en torno a la Colonia ROMA : ¡aporta tu testimonio a esta singular historia; escribe tu propia línea!

El curso-taller será impartido por el Arquitecto e Historiador,  Edgar Tavares López, autor de los libros Colonia ROMA (ed. Clío) y Reforma, un Paseo con Historia, entre otros.

A continuación el Programa de Talleres :



PROGRAMA
MARZO 18 Sesión I  Introducción al curso y a la colonia Roma 
MARZO 25 Sesión 2 Imágenes de la colonia Roma 
ABRIL 1 Sesión 3 Vida cotidiana, familias y personajes del rumbo, anécdotas 
ABRIL 8 Sesión 4 Calles, avenidas y parques 
ABRIL 15 Sesión 5 Templos y casonas 
ABRIL 22 Comercios de tradición 
ABRIL 29 Sesión 7 Transporte y otros servicios 
MAYO 6 Sesión 8 Escuelas 
MAYO 13 Sesión 9 Barrio de Romita 
MAYO 20 Sesión 10 Acontecimientos relevantes: Revolución, la Cristiada, 2ª Guerra Mundial y el Terremoto 
MAYO 27 Sesión 11 Paseo por la colonia Roma 
JUNIO 3 Sesión 12 Transformaciones, ayer y hoy de la Roma 

SEDE : Casa Universitaria del Libro, Orizaba Num. 24, esq. Puebla, Colonia ROMA.

HORARIO : Todas las sesiones inician a las 17:00 y concluyen a las 19:00 horas.


COSTO DEL TALLER : GRATUITO.

METODOLOGÍA
§      Introducción al tema de la Sesión de forma gráfica y breve
§      Participación de los asistentes
§      Encargo de tarea, consistente en escribir sus testimonios personales respecto al tema de la Sesión.

viernes, 25 de febrero de 2011

Demolido el Hotel Mocambo, referente arquitectónico del puerto de Veracruz

Por Salvador De Maria y Campos Q.


De la misma manera que su alter ego, el Hotel Casino de la Selva de Cuernavaca, desarrollado por el mismo arquitecto -por encargo del mismo empresario, aquél que se embarcó en la aventura del colosal Hotel de México, hoy WTC- la  y en la misma época, el Hotel Mocambo, en lo que pareciera un acto de predestinación de la sangre, ha sido también demolido.

Con la demolición del Hotel Mocambo, Veracruz y México han perdido un referente obligado de la arquitectura colonial-déco en su forma de Hotel. El Magnífico atrio, el vestíbulo antes recubierto de azulejos de talavera de la reina, los enmarcamientos de cantera profusamente labrada; las escalinatas, los paseos que conducían a la explanada de la piscina pintada de aquél característico verde acua de los hoteles de su época,  los salones de juego y los de los restaurantes pletóricos de artesonados moriscos han dejado de existir.

El Hotel Mocambo era un ejemplar dilecto de la arquitectura de gran escala que ponía de manifiesto la relación hombre-espacio-arquitectura, de la década de los años cincuenta, caracterizada por la generosidad de las áreas, la recreación en los paseos y las proporciones, todo ello envuelto en aquel discurso plástico tan característico de los años cincuenta, el colonial-californiano, déco tardío.

Consignamos aquí la nota de NOTIVER acerca de la demolición del hotel, hito e ícono de la historia de Veracruz. Dar click en el siguiente enlace :

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